diumenge, 6 de gener del 2019

Un 2018 que se resume en 3 llantos


El 2018 se ha terminado y con él todos los momentos vividos que ya quedan en el pasado. Un 2018 diferente, de adaptación, de fracaso, de consolidación, de lucha. Un 2018 que podría resumir hablando de éxitos deportivos, de kilómetros, de viajes,… pero sin lugar a duda creo que este año solo se puede resumir bien con las veces que he llorado.
Sinceramente, me cuesta mucho llorar, muy pocas veces antes había llorado en mi vida por tristeza, felicidad,… parece que al final he encontrado algo que me hace vivir la vida con la máxima pasión.

El primer momento clave de este 2018 llegó en el AOM, Punta Umbría, Huelva. Una competición a la que ya llegaba tocado y desanimado y es que hacia 4 semanas que me había recuperado de la lesión de la rodilla que me había tenido parado más de un año y ya llevaba dos semanas parado por culpa de molestias en el poplitio. Empecé la carrera con miedo, aun me dolía mucho la pierna y no quería forzar, aunque poco a poco me fui animando y terminé la carrera a tope, feliz y contento.
Feliz llegando a meta ese día
Después de llegar a meta me coloqué junto a la línea de llegada con algunos de mis compañeros de la blume a observar aquellos corredores que iban llegando. Todo iba bien, normal, hasta que de golpe te vi a ti, llegabas corriendo, con la cara llena de sufrimiento pero con una bonita sonrisa ya que también era tu vuelta después de una larga lesión y no pude contenerme las lágrimas. En ese momento pasaron por mi cabeza todos los momentos que habíamos vivido juntos, todas las tardes tumbados en el sofá con hielo en todas las rodillas, cuando teníamos que ir a comprar el pan en bici porque no podíamos andar, las largas tardes encerrados en casa porque no podíamos ni ir a dar una vuelta, lo duro que era para nosotros estar en Madrid en un C.A.R. y no poder ni caminar por casa, las largas noches que los tres del piso nos encerrábamos en nuestras habitaciones llorando y maldiciendo nuestra nueva vida en Madrid, queríamos besar la gloria y estábamos en el puro infierno.


Y me emocioné, me emocioné tanto que lloré, nunca había llorado tanto en mi vida.

El segundo momento llegó más adelante, en el mes de marzo. La temporada había seguido su curso habitual y era momento de luchar en los campeonatos de España. La primera carrera fue el día 30 de marzo, campeonato de España de media distancia. Me gustaría poder decir que salí con todo, peleón, fuerte, agresivo,… pero no, demasiados pájaros en mi cabeza que me hicieron hacer una desastrosa carrera quedando 4º a menos de 15’’ del pódium. Pero aquí no terminaba todo, aún quedaban dos títulos importantes que luchar.

El día 31 tocaban los relevos y no podía hacer mejor tiempo, después de toda una noche nevando el bosque se presentaba duro y peleón como a mí me gusta, mi motivación era máxima. Salí como tercera y última posta de Catalunya. La carrera iba bien hasta que de golpe ‘’pillé’’ a uno de mis rivales (un muy buen amigo) ‘’haciendo trampas’’. Me enfadé, me enfadé mucho.  Le empecé a gritar, creo que nunca he gritado a nadie tanto en mi vida, pero la carrera seguía, nos estábamos jugando una plata en un campeonato de España y la presión era máxima. Empezamos a discutir, íbamos corriendo a muerte por el medio del bosque, con nieve, con las pulsaciones altísimas y gritándonos como si nos quisiésemos matar. La carrera siguió hasta que de golpe salimos del bosque para llegar a los dos últimos kilómetros por un prado nevado, donde mi compañero me dejó atrás ya que es mucho más rápido que yo.

Tenía a escasos kilómetros la medalla de bronce, mucho más que una medalla, podía ser como un golpe sobre la mesa anunciando que ya estaba al 100% después de la lesión, y así fue. Recuerdo que vi la meta desde lejos y entre todo el público estaba mi familia, hacía mucho tiempo que no venían a
verme a ninguna carrera y verles allí animando como si no hubiese un mañana, disfrutando de la carrera, dejándose la voz por mí,… sentí que por primera vez entendían el porqué de todo lo que hago y de todo el sacrificio, y eso mi hizo llorar, seguramente ha sido el mejor momento de este 2018. Llegué a meta muerto, las piernas no me iban, pero lo había conseguido y mi familia estaba allí para verme, no podía ser más feliz.


Comentando la carrera con mi hermana y mi madre
 Terminado este día las cosas casi no me podrían ir haber ido mejor de cómo me han ido, 3º de España de Sprint, de Larga y por universidades y 4º de relevos mixtos, un viaje perfecto a Finlandia entrenando a un gran nivel y culminándolo haciendo un carrerón… Estaba viviendo un sueño.


                        

Yo derrochando humildad mientras vivía un sueño



Pero como de todos los sueños siempre hay que despertarse. El verano llegó y con él la primera carrera en Catalunya. Corrí como nunca, muy confiado en mí mismo y muy agresivo, ganando con un tiempo de 2horas y 14 minutos, 24minutos menos que el segundo clasificado, brutal.  Hubiese sido la carrera perfecta si no hubiese sido porque nada más empezar me golpee el pie con una piedra y decidí seguir corriendo dos horas más intentando no escuchar el dolor.

Pero el dolor siempre vuelve, no te puedes esconder de él, y volvió en forma de lesión para dos meses.  Intenté disimular lo que sentía, intenté hacer vida normal, pero algo me comía por dentro. Una vez mas no podía quedar con mis amigos por molestias, no podía correr, ni andar, tenía miedo de llegar a Madrid en septiembre lesionado, tenía miedo de volver a tener que pasar por lo mismo que como por la rodilla.

Hasta que llegó el 3r llanto. Me encontraba en mi casa , hablando con mis padres, me estaba quejando de que mi vida en Igualada lesionado era una mierda, quería ir a Madrid a pasar el verano para que mi doctora me tratase, no quería que la gente de Igualada me viera otra vez así, hasta que de golpe mi madre dijo: ‘’ Pues si con una lesión así ya te hundes vaya mierda de deportista estas hecho’’

Se me vino el mundo abajo, no pude contenerme las lágrimas y una vez más lloré desconsoladamente. Sentí que tenía razón, que había pasado por cosas mucho más duras antes, y no sé por qué esta vez me estaba hundiendo como si de mí no se tratase.

Ese día fue como un punto y aparte en la lesión, empecé a verla de forma distinta. Me motivé, hacía deporte (bici) por placer, porqué me gustaba, porqué me apetecía. Salía una o dos veces al día, solo o acompañado, salía a disfrutar. En esos días yo no entrenaba, yo solo jugaba.

Y jugando es como he terminado el año.

Mi vida es la ostia!!!

El team rabassa con el que tanto he disfrutado sobre las 2 ruedas